jueves, 3 de noviembre de 2011

FERIA DEL CABALLO, Jerez de la Frontera


Fuente: elalmanaque.com
Somos hijos de nuestro pasado y, aunque en ocasiones presumamos de "modernos", seguimos anclados a nuestras tradiciones porque los ritos sociales forman parte de nuestras raíces. Y, como las plantas, nos alimentamos de ellas porque vivimos dentro de nuestro entorno y, mientras no nos regalen una isla solitaria en medio de algún océano que no venga en el mapa, no es posible vivir fuera de las normas sociales.

Sirva este parrafón para decir que existen una serie de leyes no escritas a las que todos estamos obligados a obedecer, so amenaza de ser excomulgados por la opinión pública y expulsados del lugar donde vivamos. 

Y aquí, en Jerez, en tiempos inmemoriales (concretamente en el siglo XV), se promulgó un bando por parte del Alcaide Mayor de la Muy Leal y Muy Noble Çibdad de Jerez de la Frontera que, en resumen, decía lo siguiente:

"Por encargo de don Alfonso X de Castiella, se ordena a todos los çiudadanos de esta çibdad que acudan al mercado de ganados que el rei ha tenido a bien conceder a esta çibdad, et que partiçipen en el mismo con jolgorio y alegría, et que rian mucho en voz alta. Y quien no lo hiciera será acusado de felón y expulsado de la çibdad." (Archivos Municipales, sección de legajos medievales, Archivo Histórico, Pza. del Banco, nº 1º). 

Cuando los "reconquistadores" tomaron la ciudad se repartieron los palacios y las tierras, y acto seguido pusieron en marcha un nuevo sistema económico. Hasta entonces los andalusíes se basaban en la agricultura y el comercio, pero los militares jubilados que se asentaron aquí no tenían intenciones de labrar los campos. Para ellos era más rentable la ganadería (todavía se reconocen las élites andaluzas porque son quienes crían toros o caballos en inmensos latifundios).

Fue necesario, pues, establecer ferias de ganado, normalmente en las entradas de las ciudades. Y así nació la Feria de Jerez, como tantas otras, como un lugar de intercambio y venta, actos que requerían del notario que daba fe de que la transacción había sido realizada.

Se regateaba durante horas, hasta llegar a un acuerdo en el precio que solía ser la mitad del que inicialmente pedía el comprador. Llegado a este punto bastaba un simple apretón de manos para confirmar la venta. Ya no era posible echarse atrás, eran tiempos en que la palabra era sagrada y nadie manchaba su honor. Otras épocas, evidentemente, ahora somos mucho más "modernos".

Y, tras discutir interminable, ambos se sentaban a "celebrar" la venta tomando una copa de vino blanco que actuaba de notario público del acto. Naturalmente a este rito social se invitaba a los amigos y a quienes habían ayudado en la operación. Y digo amigos, en masculino, porque a esas ferias de ganado, por mucho que se empeñase el rey sabio, no asistían las mujeres. Eran cosas de hombres, tanto el regateo como la borrachera posterior. En esto al menos hemos avanzado, porque ahora el corazón de la Feria es la mujer.

Con el tiempo fueron apareciendo algunas tascas rudimentarias, construidas con lonetas y madera, haciendo que ya no fuese necesario llevarse el vino a la feria. El mercado se convirtió en un espectáculo y toda la sociedad jerezana comenzó a asistir al evento. 

Al llegar el siglo XIX la economía deja de depender del sistema agropecuario y la Feria decae. Paulatinamente el número de cabezas se va reduciendo y el sector vitivinícola va cobrando mayor importancia. Aparecen las uvas del tipo Palomino y la construcción de un ramal férreo hacia el puerto más cercano desplaza el uso de las reatas. Cuando el campo se maquiniza sólo sobrevive el caballo.

Es tal la pérdida de importancia de la Feria de Ganados que la primera autoridad local la traslada a una explanada periférica, lejos de la principal entrada a la ciudad. Pero, a esas alturas, ya ha perdido su función ganadera, apenas se vende nada aunque las tascas rudimentarias han crecido en número y algunas grandes familias instalan su propio "chiringuito". 

Con la llegada de la democracia se fomentan las fiestas populares. Es el pan y circo de los romanos, pero en versión moderna. Así el alcalde Pedro Pacheco Herrera toma una serie de decisiones que han convertido a la Feria de Jerez en una de las mejores del mundo.

Derriba las casetas particulares de las grandes familias jerezanas, a las que sólo se podía acceder por invitación. Todas las casetas son de acceso libre.

Remodela el Parque González Hontoria, y lo rodea de un muro bícromo.

Encarga a una plantilla de jardineros el exorno de dicho parque.

Establece unas normas rígidas para quienes instalen casetas en la Feria del Caballo. Una fachada de calidad, servicios públicos, instalación eléctrica y cocina en condiciones, limpieza impecable, comportamiento correcto.

Las casetas que incumplen estas normas son multadas o no se vuelven a instalar en ningún otro mayo. Las que destacan consiguen prioridad a la hora de elegir el sitio.

Pone una iluminación a la altura del evento.

Potencia una Feria de Ganados paralela en el Palacio de Exposiciones anexo al Parque.

Desarrolla un amplio programa paralelo de actos hípicos, que se ha convertido en un referente internacional para el mundo ecuestre.
Y así un mercado al aire libre de ganados se ha ido transformando en la Feria del Caballo.

Domingo, 1 de mayo, 19:55 de la tarde. Expectación.
Cerca de 200.000 personas estábamos congregadas en recinto ferial, hablando en voz baja, mirando al cielo.

Bajo nuestros pies el albero, esa tierra amarilla novia del vino. A nuestros lados calles de casetas, estructuras de carton piedra destinadas a morir tras una semana de fiesta. 

- ¡Ahora! ¡Ahora!

Una voz impaciente se elevó sobre la marea humana y el rumor nos agitó en oleada. Todos los ojos se clavaron en las bombillas de colores, deseando captar el momento mágico en que se encediesen. 

Con la prueba del alumbrado comienza oficialmente la feria, aunque la caseta de UGT llevaba ya abierta dos semanas, haciendo "el agosto" con el personal que ha estado montando este escenario.

- ¡Ooooooooooooooooh! 

No sé por qué pero me sigue asombrando ver encenderse el alumbrado. Es el cohete silencioso tras el cual se desata la alegría. Los altavoces se llenan de sevillanas y comienza el gran espectáculo jerezano. Sobre algunos bidones se distribuyen las estatuas humanas. Las casetas desbordan optimismo.

Y comienza el ritual feriante. Lo primero dar una vuelta al recinto y cuando los pies lo soliciten hacer una "paradita" en alguna caseta. Tras el primer aperitivo procede dar la segunda vueltecita, tras la cual caerás sentado en alguna caseta que no esté a tope. El fino, el rebujito, la cerveza, acompañados de algo sólido para reponer fuerzas. La clásica tortilla, los pimientos fritos, el pescaíto, los montaditos, etc. 

Durante el día el recinto se llena de caballos y calesas de todo tipo. Eso sí impecablemente engalanados o el guardia de la entrada no los dejará pasar. A las 19 horas todos los equinos deben haber abandonados la zona de casetas.

El lunes es el día de los compromisos. Ese día las casetas invitan a comer, por lo que es habitual contemplar grandes grupos "poniéndose púos". 

El martes es el día de los niños, los cacharritos cuestan un euro por viaje. Familias con niños inundan el ferial.

El miércoles es el día de la mujer, asisten en grupos, vestidas de faralaes. 

El jueves fue el segundo día en que fui. Con unos amigos que me dieron escolta hasta la misma entrada del Parque. Es un buen día, aunque cuando cae la noche se hace difícil encontrar mesa vacía. Se abarrota todo.

El viernes se incorporan muchos visitantes que trabajan fuera y que, por ello, no pueden venir antes. 

El sábado es una pasada. La feria está llena todo el día, es un maremagnum en el que duré poco. Es el día grande y ya no existe la noche.

El domingo es el último día y se nota el cansancio. 

El lunes es día de desmontaje. Hasta el próximo mayo, hasta el próximo año. Es día de hacer balance, de hablar de lo caro que están los precios en la feria y de la mala calidad de las comidas, de relamerse de gusto con lo bien que se ha pasado y de empezar a mirar el calendario (porque ya falta menos para la próxima). Para unos pocos es momento de recoger rápidamente porque comienza el Rocío y la Virgen espera. Para la mayoría es la hora de mirar el bolsillo y empezar a echar cuentas para ver cómo se puede terminar el mes.

Tras varios años viniendo a la Feria de Jerez he acumulado cierta experiencia personal que paso a compartir con vosotros: 

- Aparca lejos, el parking de la Feria cuesta 6 euros por día.

- Aunque haya medio millón de personas a tu alrededor la Feria se puede convertir en un "muermo" si no vas acompañado. Recuerda que la Feria de Jerez está hecha no para beber, comer y bailar sino para compartir con los amigos. Procura ir siempre con varios amigos. 

- Todas las casetas son de acceso libre, por lo que elige cuidadosamente las que vayas a utilizar, las diferencias de precio son grandes y la calidad de la comida varía demasiado. Quienes somos de aquí no comemos en la Feria, allí simplemente se tapea, a la hora de almorzar o cenar salimos fuera. No es sólo cuestión de precio es que para comerte una tortilla congelada por 6 euros o una ración con 5 pimientos fritos por 8 es preferible sentarse en alguna venta o restaurante cercano donde el menú no pasa de 7 euros.

- En caso de duda, es fácil saber qué casetas son recomendables y cuáles no. Si está vacía es por algo. 

- Existe un servicio de guardería muy competente. 

- En Feria todo el mundo es amigo, si tu comportamiento no es correcto la policía te llevará a visitar sus calabozos. Lamentablemente el miércoles hubo una bronca en la Feria donde dos familias de etnia gitana se enzarzaron en una caseta, propiedad de una de ellas. Con el resultado de varios hospitalizados por arma blanca, algunos tiros y la caseta clausurada. 

- Las mujeres suelen ir con "traje de gitana", muchos hombres con ropa de jinete. Tú puedes ir como quieras pero recuerda que nadie soporta una feria si el calzado no es el adecuado. Llévate zapatos cómodos y, si es posible, unas zapatillas de repuesto. Ten en cuenta que en la feria se hacen muchos kilómetros.

- Llena la cartera, pero evita llevarla en un lugar detectable. Echate algunos billetes en algún sitio y ve pagando con ellos. Evita mostrar dónde tienes la cartera. 

- Si sabes montar puedes alquilar un caballo en algún box anexo a la Feria y pasearte sobre él. Los precios suelen ser aceptables, por una semana te pueden pedir sobre los 60 euros.

- Y, por último, si te decides a venir llámame. La Feria de Jerez fue creada para compartir, para hacer amigos, para unir palabras en un aire lleno de notas musicales, para sentirse persona por una semana. 

Es la Feria que más conozco y en la que me hallo a gusto. Se diferencia de otras en que todas las casetas son de acceso libre y gratuito. El inconveniente de esta medida es que los feriantes, pretendiendo ganar el máximo a una semana de jarana, suben precios y bajan calidad excesivamente.

Al final matarán a la gallina de los huevos de oro, pero mientras tanto que me quiten lo bailado.

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