martes, 27 de diciembre de 2011

SORIA

Al sur del antiguo reino de Navarra y entre los territorios de Castilla, León y Aragón se alzaba la orgullosa Soria, hoy mera sombra de su ayer.


En tiempos aquí estaba la frontera, en estos verdes páramos machadianos refulgían las armaduras de los caballeros medievales cristianos mientras se enfrentaban a muerte entre ellos para conquistar Soria, aquí las campanas repicaban a muerte casi todos los días.


Soria era la clave, la puerta para conquistar Hispania. Convertida, por mor del destino, en la frontera natural entre los reinos cristianos, no conoció más paz que la Tregua de Dios hasta que, en 1195, Sancho el Fuerte instaló en ella sus banderas.

Entonces, la historia de Soria dio un cambio radical. Llegada la paz, no exenta de algunas salpicaduras violentas por la cercanía con la frontera con Al-Andalus, Soria despertó y se convirtió en una de las ciudades más prósperas de Hispania.

Y se llenó de judíos, quienes monopolizaron el intenso comercio que la situación estratégica de Soria propiciaba. Fueron siglos de prosperidad, de bienestar y de riqueza en que Soria era admirada y envidiada por gran parte de las ciudades hispanas.

Mas tuvieron que ser los reyes llamados Católicos quienes decidieran acabar con aquella placidez, al expulsar a los judíos en 1492. En vísperas del Descubrimiento de América que desplazó la economía hacia la llegada de los metales por los puertos andaluces, el comercio soriano desapareció de repente.

Y nuevamente el desierto se despobló. Desierto no por la naturaleza, que si en algo puede presumir Soria es de la generosidad de sus ríos, como la del Duero que la abraza tiernamente, como su enamorado que es, su novio eterno. Porque, en curioso contraste con el Sahara, en Soria hay menos habitantes por kilómetro cuadrado que en ese mar de arenas.


Quiso el destino, y los reyes denominados Católicos, que Soria entrase en una depresión de la cual aún no se ha levantado. Soria duerme y ni siquiera el saqueo de los franceses en 1808 consiguió despertarla de su sopor.

Soria duerme, perdido el tren del futuro. Es la capital de la provincia más despoblada de España, una capital con menos de 34.000 habitantes. Cada vez menos porque la emigración es superior a la natalidad, porque los jóvenes se van ante la falta de oportunidades, que no de trabajo pues aquí el paro es muy escaso, porque el reloj se paró en 1492 y nadie ha sabido darle cuerda.

Las administraciones pretenden revitalizar Soria con el turismo de interior. Es un esfuerzo baldío, pues nunca podrá el turismo de interior competir con el de sol y playa por muchas campañas que se realicen.

Parado el tren del futuro en la estación soriana, habrá de llegar un mañana donde todo vuelva a cambiar para que el desierto mental se difumine y Soria vuelva a ser quien fue. Es necesario recordar que esta es la tierra de los numantinos, de aquel pueblo capaz de detener al invencible Imperio Romano durante 30 años en total inferioridad militar. De aquel pueblo capaz de morir antes de rendirse.

Son los sorianos, sus herederos naturales, quizás creados por esta tierra fértil y dura, de fuertes contrastes, de frío. Vega alta del Duero capaz de moldear el carácter de un pueblo que jamás se rindió ni incluso a su destino.

Dicen los estudiosos que el topónimo de Soria procede, etimológicamente, de un caballero griego llamado Dórico por ser capitán de los dorios. De donde el lugar tomó el nombre de Oria.

Hubo una época en la historiografía nacional en que todo se solucionaba recurriendo a la diáspora griega consecuencia de la tormenta que dispersó a sus barcos al regreso de la guerra de Troya. De ahí que rara es la población que no tenga alguna hipótesis afirmando haber sido fundada por algún héroe griego.

Otros autores afirman que Soria fue una de las capitales de los suevos. También resulta complicado defender que el vocablo soria procede de suevos.

Más recientemente se ha sostenido que la palabra Soria procede de dauria, y ésta de Duero. O que Soria procede de Sarra.
Recreación casa numantina

Lo que está claro es que nadie sabe, a ciencia cierta, la etimología del topónimo Soria. Lo cual es absolutamente lógico porque, cuando los romanos entran en la península, estas tierras eran totalmente desconocidas. Y resultó que aquí habitaban los numantinos y Roma saboreó, en varias campañas, la humillación de tener que rendirse ante los arevacos y sus aliados. Tuvo que ser Escipión el Africano con un ejército enorme el que aniquilase el peligro de Numancia, vengando así las continuas derrotas romanas ante tropas sorianas con menor número de combatientes.

Soria estaba ahí, como vuelve a estar actualmente. Una casi desconocida, que a muchos les costará ubicar correctamente en el mapa. Una ciudad que duerme, esperando su futuro.


Aquí nacieron y vivieron mis padres, hasta el final de sus años en que la realidad les obligó a seguir el camino de la mayoría de su familia. Y emigraron a Madrid, como tantos otros sorianos que han tenido que abandonar su tierra natal por la falta de alicientes.


Soria sigue siendo, en pleno siglo XXI, una economía agrícola. Sólo con este detalle ya se percibe que el tiempo se paró hace siglos en estos hermosísimos parajes.

Si vais de visita a Soria tened en cuenta que el Estado invierte poco en infraestructuras. Esta es una ciudad hospitalaria pero de mentalidad fría. No están acostumbrados a las visitas, aunque os acogerán con agrado.

La belleza de la tierra en que viven os sorprenderá, en los monumentos artísticos se quedaron en el románico. Nuevamente recurro al tópico del reloj parado para explicar la desesperación de las generaciones que han abandonado Soria por su inmovilismo.

La ciudad es hermosa. Es una ciudad de piedra. Soportales, edificios de tres plantas, balcones, escudos nobiliarios. Es todo muy bonito, quizás porque el aspecto de las macizas casas es achaparrado, dándole a la ciudad un aire románico que nos invita a imaginar que aquí la Edad Media sigue vigente.

La altitud media de Soria es de 1.055 metros, dejándose caer amorosamente hacia su río Duero.

La Alameda
Quizás el corazón de la ciudad sea el parque de la Alameda de Cervantes y la calle del Collao , aunque otros consideran que lo es la plaza mayor, donde se ubica el ayuntamiento o la plaza de Ramón y Cajal donde se halla la Oficina de Turismo.

Para quien venga de fuera importante saber que en esta ciudad y en su provincia hace años que existe una promoción turística, la "Tarjeta Verde" que ofrece interesantes descuentos a cambio de que se permanezca dos noches en un mismo hotel.

Por hacer una referencia a los monumentos románicos más importantes de Soria aludiré, resumidamente, a:


- La Iglesia de San Juan de Rabanera, del siglo XII. Tiene uno de los ábsides más bellos de todo el románico español. A pesar de su escasa altura no produce la clásica sensación románica de pesadez. Su planta tiene forma de cruz latina. Quedan restos de pinturas murales del siglo XIII. Interesante su retablo plateresco, atribuido a Francisco de Agreda, en una capilla lateral. Entre sus cuadros el más conocido es el de "El Salvador", bajo el coro, atribuido al taller de Palma el Joven.


- La Iglesia de Santo Domingo, la cual también se la conoce como Iglesia de Santo Tomé. Del siglo XII, con la fachada más hermosa del románico español. Tiene tres naves con bóveda de cañón. El retablo de la capilla mayor es del siglo XVI. Los altares son churriguerescos, toda una novedad exótica en la zona.

- la Concatedral de San Pedro abunda en elementos renacentistas porque se acabó en el siglo XVI. En la capilla de la Virgen del Azogue tiene un cuadro de Tuziano. En la capilla de San Saturio un retablo del siglo XVII, barroco. El retablo del altar mayor es clasicista. Junto al románico claustro se conservan tres arquerías interesantes. Y el Claustro de San Juan de Duero, del siglo XIII, junto al río Duero. Del antiguo monasterio templario quedan las arcadas del claustro y la iglesia. Estos Arcos de San Juan de Duero son únicos en su mezcla de estilos. Los templarios, por razones que su desaparición nos impide conocer, crearon un suroeste románico, un noroeste ojival con una puerta califal, un noreste con arcos entrelazados y calados sobre columnas prismáticas, y un sureste con arcos califales sobre columnas pareadas. En medio del exótico conjunto tres arcos sin columna de apoyo. No creo que nunca hayáis podido admirar un conjunto tan extraño y tan bello como este claustro templario.

- El Museo Arqueológico, donde hay restos de las excavaciones realizadas en Numancia y en otros yacimientos cercanos.


Finalmente haceros un par de recomendaciones. La gran fiesta soriana es San Juan (24 de junio), cinco días a finales de junio que nadie debería perderse: 

- El jueves, "La Saca", donde se marcha al monte para traer al ganado que se lidiará al día siguiente.


- El Viernes, "De Toros", en que se lidian seis toros por la mañana y otros seis por la tarde, repartiéndose la carne entre los vecinos.

- El Sábado, "Agés", subastándose los despojos.

- El Domingo, "De Calderas", en que las cuadrillas trasladan sus adornadas calderas a la Alameda Cervantes.

- El Lunes, "De Bailas", donde los santos patrones de cada barrio procesionan hasta la Ermita de la Soledad, en la Alameda. Y esa tarde la fiesta acaba con una romería en la pradera de San Polo.

Dos son los detalles que no debéis olvidar en esta fiesta. El primero que está prohibido no beber "zurracapote" a todas horas. El segundo que la fiesta debe terminar con el cántico del "Adiós San Juan".


Si os gustan los misterios del pasado recordad que a sólo seis kilómetros de Soria se halla Monte Valonsadero, con pinturas prehistóricas y un hermoso restaurante desde donde se puede admirar el valle y donde pacen toros bravos, y a 40 la ruta de las icnitas, donde han quedado grabadas para siempre en las rocas de la superficie las huellas de los extinguidos dinosaurios.

Y como lugar mágico de Soria os contaré que bordeando el Duero se halla el Paseo de los Enamorados de Machado, camino a la Ermita de San Saturio, excavada en la roca.

Para alojarse el mejor lugar es el Parador Antonio Machado, con 34 habitaciones, porque toda su decoración gira sobre la obra poética de quien ha tomado el nombre. Es el más caro de los establecimientos hoteleros de Soria pero merece la pena, si vuestro presupuesto lo permite, por su magnífica ubicación sobre un cerro, en una ladera arbolada junto al río, por su decoración, por su cocina castellana y por su hospitalidad. Otro hotel digno de mención por su ubicación es el Leonor, de tres estrellas, pero el precio lo considero bastante elevado en función de sus prestaciones (las habitaciones, por ejemplo, son pequeñas), exceptuando las vistas.



Otras muchas cosas podría contaros sobre la tierra de mis padres, pero no quisiera alargar en exceso esta opinión. Tan sólo recordaros que en una zona indefinible de la península se halla una ciudad dormida, donde el tiempo se ha detenido, esperemos que no para siempre.