domingo, 29 de abril de 2012

CIRCUITO DE VELOCIDAD, Jerez de la Frontera

Hasta el año 2006 asistir a una prueba de F-1 en el Circuito de Jerez era una auténtica odisea. Recorrer los cuatro kilómetros que lo separan de la barriada La Granja, en la periferia del casco urbano, suponía meterse en un atasco de no menos de cuatro horas, aunque fueses en moto.

Pero, por uno de esos milagros que de vez en cuando suceden, una promesa electoral se cumplió y ahora el camino está facilitado por una autovía.

Lo que no es solucionable es el atasco humano que inunda los alrededores del Circuito donde todo se alquila en kilómetros a la redonda. Eso sí, todo significa literalmente todo, sobre todo metro cuadrado de terreno se instala una tienda de campaña. La invasión es inenarrable, de lo que sacan buen provecho los vecinos de la barriada rural de Torremelgarejo, que te cobran hasta por hacer aguas menores.

En 1985 la junta directiva del Automóvil Club de Jerez le planteó al entonces alcalde, Pedro Pacheco, la posibilidad de construir un circuito fijo. Hasta entonces Jerez era conocida como una de las ciudades donde las carreras de motos generaban mayor pasión. Se cerraba con vallas el polígono sur y las motos rugían mientras los aficionados hacían lo que podían por colarse. Cuando un grupo de ellos derribaba algunas vallas acudían los servicios de seguridad a impedir su acceso y mientras otro grupo se colaba por otro sitio. Y así, sucesivamente.

Jerez es una ciudad de motos, casi todo el mundo tiene una. En parte debido al buen tiempo en la época invernal y porque el vehículo de dos ruedas es ideal para moverse por las viñas.

Y así Pedro Pacheco asumió el proyecto construyendo un circuito con el que la F-1 volvió a España. Para ello se eligió una vaguada, cercana al Mesón La Cueva, junto a la carretera de Arcos, a 10 kilómetros del centro urbano. La ambición luego disparató el proyecto y se pretendió expropiar a los vecinos del circuito para instalar un parque temático que jamás se construyó, pero esa es otra historia.

En diciembre de 1985 se hizo el ensayo general en el Circuito con una prueba del Campeonato de España de automovilismo. Superado el escollo, y tras abonar los mil millones de pesetas que Ecclestone exigió para autorizarlo, el 13 de abril de 1986 se celebró el Gran Premio de F-1 Tío Pepe.

Así nació, con un trazado de 4218 metros que, en 1992, se convirtieron en 4423 al retocar la pista para aumentar la seguridad.

Muchas veces, cuando vamos a casa, pasamos por delante del Circuito. Es muy utilizado por diferentes equipos por la benigna climatología local. Es fácil saber cuándo sucede esa circunstancia por el sonido silbante de los motores que inunda la zona.

Entrar en el Circuito es fácil. Tiene dos puertas de entrada para público en general y en una de ellas hay un servicio de recepción que permite a quienes lo deseen conocer este emblemático lugar.

Una vez rebasado este inexistente obstáculo inicial se puede acceder libremente al interior. Salvo al área de boxes. A esa zona sólo se permitió el acceso del público el año en que la Vuelta Ciclista a España acabó con una contrarreloj en Jerez.

Este Circuito tiene 13 curvas, algunas de ellas dedicadas a Angel Nieto, Crivillé, Sito Pons, etcétera. Como la pista está en la parte más baja de la vaguada la visibilidad es buena desde cualquier punto, estando las laderas llenas de gradas.

El año en que llegó la F-1 sucedió un fenómeno curioso. Una comisión de ediles municipales viajó a Japón a un Gran Premio celebrado allí. Regresaron entusiasmados, contando que la asistencia superó las 200.000 personas. En consecuencia tomaron una decisión original, que ha tenido y tiene una negativa repercusión.

Decidieron no hacer publicidad en la ciudad de Jerez para que los jerezanos no fuesen al Gran Premio, previendo que ya del exterior asistirían más de 100.000 personas. Y ciertamente se llenó. Cada vez que hay una prueba la marabunta inunda toda la comarca. Lo malo es que los jerezanos no asisten, salvo excepciones, a su circuito, y que nadie me pregunté por qué.

El fin de semana los precios se disparan. Dentro del circuito se llegó a cobrar 800 pesetas por una cerveza, el día de la inauguración. Finalmente los moteros han aprendido a comprar en los numerosos supermercados de la ciudad.

Mientras recojo algunas fotos y le pego algún grito de ánimo a De la Rosa, observo el trazado de este Circuito.

Recta corta, 600 metros, lo que impide la alta velocidad pero condiciona una primera curva a la derecha donde la frenada es escasa. Tras ella la curva Michelín, que decide prácticamente el tiempo en cada vuelta. Debe ser tomada por su sitio correcto o se entrará en una serie de curvas en malas condiciones. Es lugar de pilotos valientes, allí se conoce la madera del campeón. Quien no se atreve a adelantar en la curva Michelín jamás será campeón.

Siguen dos curvas bruscas, donde quienes hayan adelantado tendrán que jugársela para seguir en la pista sin dejar de pisar. Es el sitio donde más salidas de pista se producen.

Tras una recta de 200 metros se llega a la curva Sito Pons, de derechas. Con un trazado suave por lo que se ven motos que rozan el suelo en sus inclinadas. Es uno de los lugares preferidos por los aficionados.

Tras una ligera subida una bajada de 300 metros donde mandan los motores, tras pasar por la zona anterior donde es el pilotaje quien decide.

Al final una frenada brutal, de derechas, la curva Dry Sack, con un ángulo de más de 120 grados. Es un sitio ideal para las sensaciones fuertes. Puedes adelantar o salirte de la pista, literalmente.

Luego un par de curvas, suaves, con grandes inclinadas y sin bajar la velocidad. Es la zona de descanso del Circuito. Tras estos instantes de reposo se entra en la parte más exigente de la pista.

Las curvas Nieto y Peluqui, una tras otra. Peligrosas porque si vas colado te sales.

Finalmente dos curvas de derecha, Crivillé y Ferrari, suaves y amplias. Son los últimos recursos para adelantar, antes de llegar a la recta final. Pocos son los que consiguen adelantar en esta zona porque todos van a tope.


Para entrar en la recta de meta está la curva Ducados, que permite diferentes trazadas y presenciar los adelantamientos más atrevidos de todo el Circuito.

Esto es lo que os puedo contar del Circuito de casa, tantas veces pisado, tantas veces fotografiado. Tan sólo un consejo final: Normalmente los Grandes Premios coinciden con la Feria del Caballo. Ténlo en cuenta para prolongar tu estancia algunos días más y disfrutar de la vida, al estilo andaluz. Que no todo es conseguir récords de vueltas rápidas.